Los extranjeros:
Generalmente personas originarias de países del entorno greco-romano, estaban protegidos y vigilados por el praetor peregrinus, un alto magistrado que se ocupaba de sus asuntos, como sus impuestos conflictos legales entre distintas jurisdicciones, etc. Había miles de extranjeros en Roma, la mayoría dedicados a todo tipo de negocios.
Los esclavos:
Lo eran o bien por nacimiento, porque ya nacían esclavos, o por haber sido hechos prisioneros en campaña y esclavizados. Estaban sometidos a la tutela de sus amos que podían incluso ejecutarlos sin juicio previo, pero tenían el derecho a ahorrar dinero para poder comprar así su libertad o ser liberados directamente (manumitidos) por su amo. Una vez libres eran libertos y podían ingresar en la gens (tribu) de su amo o en la de otro romano y adquirir así la ciudadanía romana. Hubo muchos libertos que llegaron a los más altos puestos de la administración romana, como Palas y Narciso, dos libertos griegos que fueron ministros con el emperador Claudio.
Los ciudadanos romanos:
Eran los "auténticos romanos", o al menos así lo creían ellos, ya que ni Mario ni Pompeyo eran "auténticos romanos". Fue precisamente Pompeyo el primer general que concedió la ciudadanía romana en bloque a muchos españoles, entre ellos al famoso Balbo, que fue la mano derecha de César y cuyo sobrino, Balbo el Menor fue el primer cónsul romano de origen "no romano". Y el mismo César concedió la ciudadanía romana a Gades (Cádiz) y a otras ciudades, además de a toda la Galia Cisalpina. El sueño de César era hacer de Roma un Imperio Universal integrando en él a todos sus habitantes tuvieran la procedencia que tuvieran. Y se cumplió, ya que el Imperio Romano fue posteriormente gobernado por "romanos no auténticos" como los españoles Trajano o Adriano... ¡o incluso un cartaginés! como Septimio Severo.
Generalmente personas originarias de países del entorno greco-romano, estaban protegidos y vigilados por el praetor peregrinus, un alto magistrado que se ocupaba de sus asuntos, como sus impuestos conflictos legales entre distintas jurisdicciones, etc. Había miles de extranjeros en Roma, la mayoría dedicados a todo tipo de negocios.
Los esclavos:
Lo eran o bien por nacimiento, porque ya nacían esclavos, o por haber sido hechos prisioneros en campaña y esclavizados. Estaban sometidos a la tutela de sus amos que podían incluso ejecutarlos sin juicio previo, pero tenían el derecho a ahorrar dinero para poder comprar así su libertad o ser liberados directamente (manumitidos) por su amo. Una vez libres eran libertos y podían ingresar en la gens (tribu) de su amo o en la de otro romano y adquirir así la ciudadanía romana. Hubo muchos libertos que llegaron a los más altos puestos de la administración romana, como Palas y Narciso, dos libertos griegos que fueron ministros con el emperador Claudio.
Los ciudadanos romanos:
Eran los "auténticos romanos", o al menos así lo creían ellos, ya que ni Mario ni Pompeyo eran "auténticos romanos". Fue precisamente Pompeyo el primer general que concedió la ciudadanía romana en bloque a muchos españoles, entre ellos al famoso Balbo, que fue la mano derecha de César y cuyo sobrino, Balbo el Menor fue el primer cónsul romano de origen "no romano". Y el mismo César concedió la ciudadanía romana a Gades (Cádiz) y a otras ciudades, además de a toda la Galia Cisalpina. El sueño de César era hacer de Roma un Imperio Universal integrando en él a todos sus habitantes tuvieran la procedencia que tuvieran. Y se cumplió, ya que el Imperio Romano fue posteriormente gobernado por "romanos no auténticos" como los españoles Trajano o Adriano... ¡o incluso un cartaginés! como Septimio Severo.
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